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#25N



#25N

I was pushing through crowds of people on Santa Cruz, Bolivia’s Plaza Principal on November 25th five years ago today. I wondered why so many people were on the plaza on a late Monday morning. I couldn’t ask. I was an English teacher at an international school. I didn’t speak Spanish. Words were being chanted by someone with a bullhorn on the cathedral steps. Crowds chanted back. A woman held up a sign with a few words I recognized: mujeres and violencia. Women, violence. Shivers up the spine. I had no time to stop. I had to get somewhere.

My friend was waiting for me a few blocks away. I made it through the plaza and walked up her apartment stairs.

“What happened to your face?” was what she said to me when she opened her door.

I told her I’d explain to her in the cab. I pulled the address someone had written on a napkin for the Bolivia Special Crime Unit from my pajama pants. She put on a pretty dress and tried to put make up on my face. It didn’t work. We walked down her stairs and hailed a cab.

The cab dropped us off at an office building. The outside of the building looked like the plaza surrounded by women. My friend held my hand as we walked down the hall as we looked for reception or signs on the wall. There were none. We saw a man with a file in his hand. My friend, who spoke Spanish, waved him down. He approached us. He was wearing a t-shirt with the same words I’d seen earlier: mujeres and violencia. My friend spoke told him in Spanish what I’d told her in the cab.

I’d been beaten, robbed and raped by three men on a corner outside a church in Samaipata, a tourist pueblo three hours away, two days before. I needed to get a forensics medical exam.

The man looked at me He said a word I knew.

Porque?

Why?

Why had I been raped? Was it something I did? Was it something I wore? Was it something I drank? Was I a whore?

The answers to these questions didn’t apply to what happened that night. In fact, I have been searching ever since for answers why someone would do what those three men did to me that night. Five years on this quest, I know this: silence and violence both play a role.

I learned soon after my rape that two of my rapists had raped before. A woman called the Samaipata lawyer overseeing the case when she saw my story in the paper. She told him how one of my rapists had, with a few other men, raped her in the local zoo five years before. I did the math. The rapist was thirteen at the time of that rape. The woman told the lawyer to keep her report anonymous. Her and her family had been run out of Samaipata because of it. If the rapist, instead of his prey, had been run out of town or better yet, put in jail, we might not have met.

The other rapist, I heard it told, had been stopped from raping a teenage girl by her mother. He was infuriated at the mother stepping in, so he’d grabbed a can of gasoline and poured it on her. The police arrived before he struck the match. Other than that, near as I can tell, nothing was ever done to address what the man had done.

The silence that surrounded these men and what they had done was the catalyst for me to meet these men with one of their brothers, their rape protégé, on a Samaipata street corner on November 23rd, 2013.

It was the story, along with evidence, that put them away. The story was non-fiction; one that stripped the word rape of any hint of sex, which is how it should be. Rape, as anyone whose witnessed it knows, is violence, a violence so shameful, it’s hard to discuss. Yet, what I learned is it must be discussed if we hope to improve this human existence, which I hope suspect we do.

I’ve learned a lot since that day, November 25th, 2013. I’ve learned why those crowds were there that day. I’ve also learned like the man in the forensics office that we, as a human race, have a lot to learn with regard to how to eliminate this violence. I’ve even learned a bit of Spanish, but not enough.

What I’ve learned and hope to learn, I want to share with you. That’s why rgurleyrevolution.com is being launched today, #25N, November 25th, the UN’s International Day for the Elimination of Violence to Women Day.

I’ve learned from others. Their stories have carved a path through the wreckage and I want to share them with you. Thus, November 25th, 2018 marks the first day of rgurleyrevolution.com. rgurleyrevolution.com is a bi-weekly bilingual blog/podcast sharing stories of women around the world navigating women’s new frontier, the #MeToo millennium.

Carolina Ronquillo and me will be exploring the lives women from different walks of life as well as different cultures to explore the inspirations, issues and irritations women across the globe share. Rgurleyrevolution.com focuses on how women may have been born to different houses but we are sisters in the end.


Me movía empujada por la multitud de la plaza principal de Santa Cruz de Bolivia, era el 25 de noviembre, un día como hoy, hace 5 años. Me preguntaba porque había tanta gente en la plaza tan avanzada la mañana del lunes. No podía preguntar. Era una profesora de inglés en una escuela internacional. No hablaba español. Unas palabras eran gritadas por un megáfono a manera de cántico desde las escaleras de la catedral. Una mujer sujetaba una señal con algunas palabras que reconocí: Mujeres y violencia. Me dio escalofríos. No podía detenerme. Tenía que llegar a un lugar.

Una amiga me esperaba unas cuadras más allá. Logré salir de la plaza y subir por las escaleras de su departamento.

“¿Que le paso a tu rostro?” es lo primero que me dijo cuando abrió la puerta.

Le dije que le explicaría en el taxi. Saqué del bolsillo de mi pijama la dirección de la Unidad de Crímenes Especiales de Bolivia, que alguien me había escrito en una servilleta. Ella se puso un vestido lindo y trató de poner maquillaje en mi rostro. No funcionó. Bajamos las escaleras y llamamos un taxi.

El taxi nos dejo en el edificio donde estaba la oficina. La parte externa del edificio parecía estar rodeada por mujeres. Mi amiga me tomó de la mano mientras caminábamos por el recibidor, buscando la recepción, mirando los carteles y señales de la pared. No había ninguno. Vimos a un hombre con documentos en la mano. Mi amiga, que hablaba español, le hizo una seña. Se nos acercó. Estaba usando un polo con las mismas palabras que había visto antes: Mujeres y violencia. Mi amiga le dijo en español lo que yo le había dicho en el taxi.

Me habían golpeado, robado y violado entre tres hombres en una esquina, justo afuera de una iglesia en Samaipata; un pueblito turístico a tres horas de ese lugar, tan solo dos días antes. Necesitaba que me hicieran un examen forense.

El hombre me miro y dijo una palabra que reconocí:

¿Por qué?

¿Por qué me habían violado? ¿Fue algo que hice? ¿Fue algo que llevaba puesto? ¿Fue algo que tomé? ¿Era una puta?

Las respuestas a estas preguntas no se aplicaban a lo que sucedió esa noche. De hecho, desde ese momento había estado buscando respuestas a porque alguien haría lo que esos tres hombres me hicieron a mí esa noche. Cinco años adelante con esta lucha, lo que sé es esto: El silencio y la violencia juegan un rol.

Aprendí pronto después de mi violación que dos de mis violadores habían violado antes. Una mujer llamó al abogado de Samaipata que estaba llevando mi caso cuando vio la historia en el periódico. Ella le dijo que uno de los violadores la había violado, junto con unos cuantos otros, en el zoológico local cinco años antes. Saqué mis cuentas. El violador tenía trece años en ese momento. La mujer pidió que su denuncia se mantuviera anónima. Ella y su familia habían tenido que abandonar Samaipata por eso. Si el violador, en vez de la víctima, hubiera salido de esa ciudad o, mejor aún, si lo hubieran metido preso, no nos hubiéramos conocido.

El otro violador, según me contaron, había intentado violar a una adolescente, pero había sido detenido por su madre. Furioso por la interferencia, agarró gasolina y se la tiró encima a la madre. La policía llegó antes de que encendiera la llama para quemarla. Fuera de eso, que yo sepa, nada mas se hizo para lidiar con los delitos de este hombre.

El silencio que rodeaba a estos hombres y lo que habían hecho, hicieron de catalizadores para mi encuentro con ellos dos y el hermano de uno de ellos, su aprendiz de violador, en una calle de Samaipata, el 23 de noviembre del 2013.

Fue la historia, junto con la evidencia, que logró que los encierren. La historia no era ficción, más bien describía la violación sin ningún indicador de sexo, como debería ser. Por que la violación, como saben los que la han presenciado, no es nada mas que violencia, violencia tan vergonzosa que es difícil hablar de ella. Sin embargo, he aprendido que debe ser discutida si guardamos las esperanzas de mejorar en esta existencia humana. Algo que espero que hagamos.

He aprendido mucho desde ese día, 25 de noviembre del 2013. He aprendido por que esa multitud estaba ahí. También he aprendido, como lo aprendió ese hombre en la oficina forense, que como raza humana tenemos mucho que aprender en lo que respecta a eliminar esta violencia. Inclusive he aprendido un poquito de español, pero no suficiente.

Lo que he aprendido y espero aprender, quiero compartir con ustedes. Es por eso que rgurleyrevolution.com realiza su lanzamiento hoy, #25N, el 25 de noviembre, en el Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

He aprendido de otros. De historias que han marcado el camino a través de los escombros y quiero compartir esas historias con ustedes. Por lo tanto, el 25 de Noviembre del 2018, será el primer día de rgurleyrevolution.com un blog bilingüe donde compartiremos, en texto y podcast, las historias de mujeres que navegan la frontera del nuevo milenio “#YoTambien” (#MeToo) en todo el mundo.

Carolina Ronquillo y yo estaremos explorando la vida de mujeres que tomaron diferentes caminos en la vida, así como también aquellas que pertenecen a diferentes culturas para descubrir que inspiraciones, problemáticas y molestias compartimos con las mujeres de todo el globo. rgurleyrevolution.com se concentra en como las mujeres podemos haber nacido en diferentes casas, pero todas somos hermanas al final.

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